Con amor, el noir: Una teoría de empatía literaria

El noir es un género emocional. Por tanta preocupación que los personajes noir tienen con la lógica, tanto ellos como los lectores reconocen el espacio que existe más allá de la lógica—el mismo espacio que sirve para darle al noir su identidad, aparte de la novela policiaca y la novela detectivesca (véase Copjec 178-183). Dentro del hueco dejado por la lógica, surge una disposición emocional en particular: la empatía. Es de la empatía que el noir saca la mayoría de su valor literaria. La empatía es una de las motivaciones principales de la filosofía noir, igual que un factor esencial de sus resultados. La empatía también asegura que el género no degenere en su propia vileza. El rol clave de la empatía se debe al ambiente de emoción negativa que crea el noir, el cual ambiente ha recibido recientemente el nombre de noir affect. Sin la empatía, el afecto noir quedaría tóxico y no recibiría lectura fuera del contexto nihilista.

Este estudio discutirá los temas mencionados de esta manera: se establecerá la base del afecto noir, la empatía será identificada como elemento sine qua non de este afecto. Como el afecto es un fenómeno con elementos fuertes de subjetividad, el punto de referencia afectiva tendrá que ser el del autor, en este caso, en relación con la novela Montevideo noir, por Hugo Burel. Habrá referencias ocasionales a las experiencias afectivas de otros autores que las han descrito e interacción con otros textos, cuando es relevante. Sugiero que un estudio fuertemente empático puede hacerse con cualquier texto noir, sin sugerir que todos los autores desearían o anticiparían tal lectura. El noir tiene su componente empático en sí, donde la empatía esté ausente, el texto carecerá del afecto noir.

1. El afecto noir

Empezamos con el afecto noir. Existe mucho desacuerdo en cuanto a la definición, la ontología, la causalidad, la posición, etc., del afecto dentro de las disciplinas diversas que se han valido del concepto. Aquellas discusiones quedan fuera de este estudio: nos conformamos con considerar el afecto noir. Para los propósitos del afecto general, adopto la definición de Carroll y Russell: “genuine subjective feelings and moods (as when someone says, ‘I’m feeling sad’), rather than thoughts about specific objects or events (as when someone calmly says, ‘The crusades were a sad chapter in human history’). Affect can be assessed at any given moment, rather than only in times of great emotion” (3-4). El afecto noir, entonces, es formado por los sentimientos que corresponden al noir, tanto los sentimientos efémeros y reactivos de una lectura como el humor que el lector asociará con el libro después de haberlo terminado.

Breu y Hatmaker han propuesto que la presencia del afecto noir sea la definición total del noir. No proveen una definición exacta, pero quizá con la razón de que el noir tiene cierta hostilidad con las definiciones libres de ambigüedad. Proveen las palabras siguientes para bosquejar el concepto:

In trying to define noir, we encounter the same forms of negativity that characterize the work of the form itself. Noir itself foregrounds fractiousness, divisiveness, conflict, and dissension. Moreover, it is preoccupied with belatedness, retrospection, fatality, inadequacy, and intransigence. It also marks the elusiveness of subjects to definition and even to self-knowledge. (3)

De este bosquejo, se nota que el afecto noir está vinculado en todo a la filosofía noir. Si la filosofía noir se trata del nihilismo, la incertidumbre, la posmodernidad y la fatalidad, el afecto noir es la crisis existencial que estos asuntos filosóficos suelen traer consigo. En general, el afecto es dividido entre el afecto positivo y el afecto negativo. El afecto positivo corresponde a conceptos como el amor, la felicidad y la seguridad, mientras que el afecto negativo se relaciona con sentimientos como el enojo, la tristeza y el temor. En base de estas filosofías, el afecto noir es de la clase negativa: “an understanding of noir as characterized by negative affect is the central premise” (Breu y Hatmaker 3).

En el caso de Montevideo noir, yo describiría el afecto de la primera porción de la novela como una ansiedad nauseabunda. El protagonista, Gabriel Keller, se ha fascinado con la estética del asesinato perfecto a través de la lectura de una novela noir llamada Asesino a sueldo, esta novela protagonizada por un Murray Sullivan. A la vez, Keller sufre de la soledad y la pérdida de su familia (su esposa perdida a la muerte y su hijo a la mudanza remota) y descubre un amor tentativo para una vecina, Beatriz, y un odio convencido hacia su novio, Javier Brentano.

La ansiedad mencionada tiene varios elementos. Primero, hay el miedo que Keller imite la trama de Asesino a sueldo. A este miedo, se suma un miedo específico: Murray Sullivan mató a la mujer a quien él había tratado de salvar. Mientras se deshace la división entre la realidad (ficticia) de Keller y la trama de Asesino a sueldo (una ficción dentro de una ficción), se produjo en mí una preocupación intensa de que Keller mate a Beatriz. La severidad de este peligro es atestiguada por las palabras que Keller se asevera débilmente cuando comprende las razones que Murray Sullivan teñía cuando mató a la mujer: “Finalmente se dijo que era solo una novela y que la realidad suele ser muy diferente” (41). Este segundo miedo se distingue del primero por afectos. Que Keller mate a Brentano, por ejemplo, es grave, pero es menos grave gracias al afecto negativo del caso: Keller puede inculcar en el lector parte del odio que Keller siente. El lector no tiene que depender totalmente de Keller para este afecto negativo, cuando aprende que Brentano es un adicto del azar, es abusivo en su relación con Beatriz y tiene otra novia aparte (aunque solamente la adicción es revelada antes de que Keller mata a Brentano). Por otra parte, el riesgo de que muera Beatriz produce un afecto nauseabundo porque Beatriz produce afecto positivo, ya que es retratada como abnegada, optimista e inocente. En ambos casos, hay un afecto fuertemente negativo asociado con la posibilidad de que Keller mate (una posibilidad que se realiza), pero este afecto es agravado por el afecto positivo hacia Beatriz y aliviado por el afecto negativo hacia Brentano.

Además de estos afectos principales, hay varios afectos auxiliares dentro de la primera porción de Montevideo noir. Por ejemplo, mientras crece el entendimiento de la vileza de Brentano, crece el miedo de que Brentano siga causando daño a Beatriz y a su familia sin sufrir repercusiones, ya que la sociedad no promete ningún castigo para él. Hay también el afecto de la disforia, demostrado cuando Keller se despide de su jefe anterior: “Keller lo miró y de pronto le pareció estar ante un desconocido, alguien que no podía comprenderlo ni saber siquiera remotamente cómo se sentía” (48). La angustia mental y emocional suele producir este sentimiento de aislamiento entre conocidos y, aunque Keller no describe ninguna enfermedad mental específica ni expresa necesariamente una experiencia duradera del trauma, Keller invoca los afectos del trauma en los lectores que conocen trauma por sí mismos a través de este lenguaje.

El afecto noir existe de una manera más limitada después del asesinato de Brentano. Con la muerte de Brentano realizada, la ansiedad y la ambigüedad se han acabado en gran parte. La segunda parte de la novela retrata las acciones de Keller mientras él procura encubrir el crimen y mata a otro en el proceso, es decir, más de lo mismo. La filosofía ha cumplido su propósito y la trama se confirma en lugar de proponer nuevas amenazas existenciales. La trama se enfoca más en hechos y menos en posibilidades.

El afecto noir sufre esta reducción de severidad en gran parte porque hay menos miedo mortal. El peligro que Keller presenta hacia Beatriz se disminuye lentamente. El peligro no es recalcado y pasa de la memoria. Las amenazas que Keller enfrenta no producen un afecto fuertemente malo. Es un caso del reproche que normalmente corresponde al asesinato. Si Keller es capturado y castigado por la ley, es triste, pero es una tristeza cotidiana y fácil de soportar porque se entiende por qué el matador es castigado. La convergencia de la realidad de Keller y de Asesino a sueldo para de una manera asintótica, o sea, son historias paralelas, no historias convergentes.

En base de las diferencias entre el afecto en las dos partes de la novela, el afecto noir no puede ser solamente el afecto negativo, sustenido a lo largo de un texto. A la segunda parte de la novela no le falta de afecto negativo: Keller sigue con odio y hay mucho temor de ser descubierto, arrestado o chantajeado (en fin, Keller sufre un chantaje que le obliga a cometer más asesinatos). Sin embargo, este afecto negativo no produce un afecto fuertemente noir. La fortaleza del afecto noir que rodea Beatriz en la primera parte de la novela viene del afecto positivo que se asocia con ella.

Regresando a la perspectiva de Breu y Hatmaker, un afecto puramente negativo no puede producir “divisiveness,” “retrospection” o “inadequacy” (3) a solas. ¿Quién podrá luchar divisively sin ideología o pasión positivas? ¿Para qué considerará uno el pasado de una manera retrospectiva si no había una posibilidad de un pasado y un presente mejor? ¿Quién se creerá inadecuado si no es adecuado para nada? Copjec también observa la necesidad de un afecto positivo (que ella llama desire) para crear el afecto noir y el gap dentro del cual el noir existe: “Desire is not an impurity that threatens the ‘objectivity’ of the detective but the quasi-transcendental principle that guarantees it. … Desire does not impose a bias but supposes a gap: the detective reads the evidence by positing an empty beyond” (178-179). Copjec invoca el deseo como el medio para contemplar el espacio noir porque la lógica no basta fuera del mundo conocido: la lógica y la filosofía noir tiene que ceder el paso al afecto noir.

Gracias a afectos como el deseo, el afecto noir es tanto un afecto positivo como un afecto negativo. Consistente con la complejidad del noir, hasta el deseo puede convertirse en un afecto negativo: el lector del noir sabrá bien que el deseo puede volverse cáustico. Para entender el afecto noir, hay que “consider the possibility that in many cases one and one does not equal two, at least when it comes to comparing positive and negative affective states. Instead, … most of the time, positive and negative feeling states are independent of one another: a person can be both happy and sad, or even unhappy and not sad” (Potter et al. 75-76). El afecto noir es un conjunto complejo de afectos negativos, positivos e irresueltos que coinciden sin cancelarse.

El afecto noir es el afecto que surge al navegar el espacio noir entre la positividad, la negatividad y la ambigüedad. Sin importar dónde uno se coloca en tal esfuerzo, la diversidad de influencias afectivas del noir garantiza que parte de la jornada pase por espacios desconocidos, el gap de Copjec. En breve, el noir es un encuentro afectivo con el Otro (afectivo porque el encuentro es una experiencia afectiva que solamente es posible gracias también al afecto). Debido al afecto negativo que permea el noir, Copjec concluye que el Otro (“the existence of other people”) es lo más horrible que hay (195). Keller tiene miedo de muchas personas, por cierto, pero, aunque existe tanto desacuerdo, aislamiento y confusión entre él y su sociedad, todavía Keller desea llegar hasta el Otro representado en su hijo lejano y Beatriz. En base de las observancias anteriores en cuanto al rol del afecto positivo, sugiero que el afecto noir no termina con el miedo del Otro, porque la empatía noir representa una búsqueda para algo mejor: hacer las paces con el Otro.

Todo el afecto noir culmina en la necesidad de la empatía en el noir. La empatía es la herramienta precisa para vivir dentro del espacio noir de una manera ventajosa, capaz de procesar los afectos positivos y negativos.

2. Sine qua non: la empatía

La fascinación con el afecto negativo en el noir ha hecho que la empatía pase desapercibida. Este resultado sorprende poco, ya que la oscuridad del noir sobrepasa la que se halla en la literatura general, hasta el punto de que el género recibió su nombre basado en la falta de luz. Sin embargo, es natural que el género se base en la empatía. La empatía, desde el principio, ha sido un fenómeno noir, una contradicción: una expresión de amor y bondad que invita el dolor y la miseria ajenos.

Describo la empatía como una disposición emocional ya que la empatía no es una emoción en sí, sino un conducto por el cual los sentimientos y las disposiciones de otras personas pueden ser transmitidas a otras personas, las personas que ejercen la empatía. Ya que la empatía transmite el afecto en diversas formas, la empatía puede describirse como una atmosfera afectiva: los afectos que uno absorbe del ambiente.

El noir crea una atmosfera empática desde el principio: suele escoger antihéroes y villanos como protagonistas. El protagonismo es una estructura empática, diseñado para ayudar a que el lector comparta los sentimientos del personaje principal, con el fin de que se regocijen y lloren juntamente. En otros géneros, el regocijo y el llanto no son fijados a personas que se regocijan del asesinato o que lloran por la posibilidad de que uno haya matado emocionalmente y no imparcialmente, como hace Keller. La autora Claudia Piñeira explica el proceso empático para personajes de una moralidad tan inadecuada:

¿Quién no puesto en el lugar de unos de los personajes haría el mismo que ellos? Esa cosa de ver a alguien hacer algo que primero decir que no, jamás haría eso y después, si reflexionás, puedes llegar a pensar, bueno, habría que ver yo no estoy en ese lugar. A lo mejor si estuviera en ese lugar podría hacerlo creo que tiene que ver con la empatía, con lograr tener con estos personajes, algunos que se van del límite, puede haber crímenes, puede haber un cuento de terror, distintas circunstancias de las cuales de verdad uno sabe que no estaría allí.”

Este proceso empático es esencial para entender preguntas importantes como por qué existe la violencia y por qué hay personas que están dispuestas a causarle daño al Otro. Hay que considerar el afecto negativo que otras personas experimentan para reconciliarse con ellas. Estos afectos se vuelven todavía más negativos con el entendimiento que cada uno de nosotros somos el Otro de otro. Esta empatía es también importante en el desarrollo de la empatía dirigida de uno a uno mismo: somos todos capaces de volvernos un monstruo en la vista de otras personas y en nuestra propia vista. Si odiamos los monstruos ajenos, más odiaremos la monstruosidad dentro de nosotros.

Keller mismo ejerce la empatía en base de este modelo. Siente una empatía demasiado directa con Murray Sullivan, el protagonista de Asesino a sueldo. Antes de decirse que “era solo una novela y que la realidad suele ser muy diferente,” siente que Murray Sullivan “había actuado como un monstruo. Y sin embargo… [él], como lector no podía condenarlo por completo. El autor había sido capaz de meter una duda en su moralidad” (41).

Otro ejemplo del proceso se halla en Ornstein, un rabino y académico legal, quien pasó en medio de las posiciones de Keller y Piñeira, con deseos de empatía y fuertes desafíos a su capacidad de ejercerla. De joven, el noir le inculcó la filosofía de empatía hacia los desamparados. Las palabras de Bogart en Knock on Any Door le impactaron: “Until we do away with the type of neighborhood that produced this boy, ten will spring up to take his place, a hundred, a thousand. Until we wipe out the slums and rebuild them, knock on any door and you may find Nick Romano” (citado en Ornstein 7). Después, Ornstein

learned what victims of crimes come to understand the hard way: A crime is a brazen, traumatizing act of cruelty and an abuse of power, no matter who commits it or the circumstances of that person’s life that led that person to become a criminal. It took me time and maturity to recognize that justice against criminals for their crimes must constantly be balanced against mercy for the sometimes terrible circumstances that contributed to their actions. (8)

El afecto noir no es aditiva. Lo malo es malo y lo bueno es bueno, sin que el bueno impida lo malo y viceversa. La empatía noir, por lo tanto, no puede negligir ni lo bueno ni lo malo para lograr la empatía que Piñeira y yo tanto deseamos. Una cantidad de oscuridad y una cantidad igual de luz no son cero en suma porque son cantidades independientes. El malo debe ser reconocido, pero también la humanidad de la gente que comete maldades merece reconocimiento. Tratar de añadir y comparar lo bueno y lo malo, como si fuesen números compatibles, sería disminuirlos. Si la suma del bien y el mal en un texto favoreciera a lo bueno, tendría que faltarle respeto a la humanidad de los que han obrado mal y, por lo tanto, lo bueno y la empatía se hallarían frustrados. Por otra parte, el favorecer a lo malo sería burlarse de las víctimas—inaceptable para la misma filosofía noir, que reconoce a los victimarios como víctimas, lo cual es la base de la empatía dirigida a las personas dentro del mal. Para expresar fielmente la empatía, hay que tomar el bien y el mal aparte, de modo simultaneo e igual, sin mezclarlos.

Con este modelo de empatía en mente y con deseos de evitar la empatía disfuncional de Keller, la empatía cumple varias funciones para el noir y protege el género de la degeneración en dogmas y vilezas. Sin embargo, los ejemplos anteriores demuestran que la empatía dentro del noir crea riesgos. Lo que describe Piñeira es importante para entender al Otro pacíficamente, pero lo que ocurre en Keller es el caso menos ideal para tal cosa, ya que Keller llega a matar a parte del Otro en base de su empatía para otra parte. El afecto noir, como debe esperarse, siempre conlleva riesgos. La realidad no suele ser muy diferente de lo que ocurre con Keller: la empatía parcial se halla en la violencia tribal y el terrorismo (Hartevelt Kobrin 108; Putilin 359-361). La empatía es el vencimiento del afecto positivo y la reconciliación con el Otro, mientras que la vida de Keller representa una fe demasiada en el afecto negativo y una empatía parcial. La tarea del afecto noir necesita ser una empatía universal, o tiene riesgo de destruirse y convertirse en odio del Otro y de uno mismo (tal como el afecto noir ha sido entendido por tanto tiempo por autores como Copjec y Conard).

Esta tarea es difícil. El afecto negativo dentro del afecto noir puede dañar al lector de varias maneras, no solamente convertirlo al tribalismo o a la violencia. Por ejemplo, el afecto negativo puede causar el enfoque excesivo en uno mismo y, consigo, ansiedad social, ansiedad general y depresión (Mor y Winquist 638). El retrato de la criminalidad crea un riesgo de la angustia moral (del inglés moral distress), o sea, angustia relacionada con no cumplir con la conciencia de uno al ver la victimización de uno mismo o de otra persona. Los textos noir pueden recordarle al lector de diversos problemas sociales en los cuales el lector no puede actuar conforme a su conciencia. La angustia moral será más intensa entre más cercano está el lector a las dificultades invocadas en el noir y puede causar una pérdida de moralidad y trastornos físicos y mentales (Devos Barlem y Souza Ramos 612). Además, aunque apenas necesita ser mencionado, si el noir solo causara dolor en el lector sin algún producto positivo (y más que un poco de afecto positivo dentro de la mezcla), ¿quién lo leería?

Recalco que el afecto negativo es una parte esencial del afecto noir y, sin ello, la empatía podría ser extendida hacia el Otro. Entonces, con consideración a estos riesgos y con esfuerzos para no dificultarle la vida al lector sin buenas razones, el afecto noir puede tomar dentro de sí los afectos negativos y positivos. Un afecto altamente negativo, temperado inteligentemente con afectos positivos y contextualizado dentro de una empatía universal puede profundizar los sentimientos del lector y alcanzar un modo de empatía más avanzada. Este estado avanzado se define por poder llegar al Otro después de tomar en cuenta todo el afecto negativo dentro del noir, con todo el miedo del Otro, la inseguridad del ambiente y la inhabilidad de confiar en el bien humano. Que yo pueda desear el bien de Keller y de Brentano, aunque el uno mata al otro y ambos necesitan mejorar su pensamiento moral, es la finalidad de la empatía noir. Deseo el bien, no de ellos (ya que no existen), pero de todas las personas reales que han sufrido, se han confundido y se han perdido como ellos, igual que deseo que las personas como Beatriz puedan librarse de novios abusadores y acosadores. Que la empatía se extienda a Brentano y Keller, no solamente a la inocente Beatriz, importa mucho: la ayuda dirigida a los victimarios ayuda a que las Beatrices del mundo no tengan más novios abusadores y acosadores. Además, esta empatía respeta la inocencia que Brentano y Keller antes tenían y la que quizá no tuvieran culpa en perder.

De esta manera, ni la moralidad ni la empatía dentro del noir apoyan un relativismo verdadero (no es la muerte de Dios, sino una revisión). El impedimento al relativismo se debe a que, tras reconocer las causas de las acciones, no deja de calificarlas como buenas, malas o ambiguas. Si fuese relativista, el noir no sería el género negro, sino el gris. “In many cases one and one does not equal two, at least when it comes to comparing positive and negative affective states” (Potter et al. 75), pero el gris es la resulta de precisamente esto: sumar falazmente el bien y el mal, lo positivo y lo negativo. El noir es negro y blanco. Extiende la empatía sin dejar de reconocer la injusticia de los hechos. Las víctimas merecen este reconocimiento, mientras que los victimarios merecen la empatía.

Un noir sin empatía, un noir verdaderamente gris, que no reprocha la victimización y tiene simpatía para la víctima, perdería su sentido rápidamente y se quedaría como melodrama: “scenes of violence within [melodrama] take on an even darker cast than the shadowy corners and wailing sirens that make us shudder with pleasure and fear in noir. Melodrama may be noir’s bad seed” (Rabinowitz 265). Un noir que se concediese al schadenfreude podría ser melodrama, podría ser horror, pero no sería noir. Los afectos negativos tienen que quedarse negativos: la filosofía noir surge del dolor ajeno y propio, la lástima por la vileza del humano y el conocimiento que las personas pueden comportarse mejor. Es clave que el noir no deje de retratar la crueldad tal como es: cruel, vil, asqueroso. El afecto negativo, asociado con tales eventos, es necesario para interpretar los eventos correctamente y las acciones resultantes, es decir, las tramas noir. Si un texto noir llega a negligir el sufrimiento de las víctimas y negarles empatía, no importa cualquier empatía extendida hacia los victimarios, o sea, sería una hipocresía total. Igualmente, el noir es más rico mientras retrata fielmente la bondad en la humanidad y en la naturaleza. El afecto noir se beneficia del contraste, no solamente de la contradicción.

3. Conclusión

La reconciliación del afecto negativo y positivo dentro del afecto noir, si se puede llamar una reconciliación, es sencillamente el retrato simultáneo. La empatía solamente puede existir si ambos elementos son respetados. Si fuese de otra manera, repito la declaración: no sería un género negro, sino un género gris. La oscuridad existe, pero no se puede entender sin la luz.

Esta simultaneidad es lo que hace que el noir sea un género de tanto significado. El noir se basa en la declaración radical que toda la humanidad, hasta el bellaco, el miserable y el desamparado, debe ser respetada. Mucha literatura declara algo parecido, pero el noir es uno de aquellos lugares excepcionales donde la creencia se pone en práctica. La mayoría de la literatura no alcanza esta fidelidad positiva a la causa humana. Será porque la tarea es difícil y, como se ha propuesto, requiere una contemplación directa y más completa de lo malo, o sea, la mayoría de la literatura no acepta el costo del afecto negativo que se cobra para llegar a la empatía poderosa y positiva que posee el noir. Siempre es difícil hacer que las personas contemplen lo negativo, pero la empatía es una manera de hacerlo y salir con ventajas.

En resumen, el noir es un microcosmos donde se hace una meditación difícil y verdadera: la contemplación simultánea de la hermosura profunda, silvestre, eterna y vital del universo, con la tragedia, la destrucción, el caos, la futilidad y la muerte. Aquí, el bien no borra el mal, ni puede el mal borrar el bien. Sin poder añadir la luz y la oscuridad, el puente que queda para unirlas es la empatía.

Obras citadas

Arias Mariana y Claudia Piñeira. “Entrevista a Claudia Piñeiro – Conversaciones.” YouTube, subido por LA NACION, 7 nov 2018, https://www.youtube.com/watch?v=8uCcw0LytZs.

Breu, Christopher y Elizabeth Hatmaker, editores. Noir Affect. Fordham UP, 2020.

Breu, Christopher y Elizabeth Hatmaker. “Introduction: Dark Passages.” Breu y Hatmaker, pp. 1-27.

Burel, Hugo. Montevideo noir. Alfaguara, 2016.

Carroll, James y James Russell. “On the Bipolarity of Positive and Negative Affect.” Psychological Bulletin, vol. 125, no. 1, 1999, pp. 3-30.

Conard, Mark. “Nietzsche and the Meaning and Definition of Noir.” The Philosophy of Film Noir, UP of Kentucky, 2005, pp. 7-22.

Copjec, Joan. “The Phenomenal/Nonphenomenal: Private Space in Film Noir.” Shades of Noir: A Reader, Verso, 1993, pp. 167-197.

Devos Barlem, Edison y Flávia Souza Ramos. “Constructing a theoretical model of moral distress.” Nursing Ethics, vol. 22, no. 5, 2015, pp. 608-615.

Hartevelt Kobrin, Nancy. “Nobody Born a Terrorist, but Early Childhood Matters: Explaining the Jihadis’ Lack of Empathy.” Perspectives on Terrorism, vol. 10, no. 5, 2016, pp. 108-111.

Mor, Nilly y Jennifer Winquist. “Self-Focused Attention and Negative Affect: A Meta-Analysis.” Psychological Bulletin, vol. 128, no. 4, 2002, pp. 638-662.

Ornstein, Dan. “Balancing Justice and Mercy.” Cain v. Abel: A Jewish Courtroom Drama, U of Nebraska P, 2020, pp. 7-12.

Potter, Phillip, et al. “The Independence of Affects is Context-Dependent: An Integrative Model of the Relationship Between Positive and Negative Affect.” Annual Review of Gerontology & Geriatrics, vol. 17, no. 1, 1997, pp. 75-103.

Putilin, Dimitri. “Tribalism and Universalism: Reflections and Scientific Evidence.” The Oneness Hypothesis, editado por Philip Ivanhoe, et al., Colombia UP, 2018, pp. 351-370.

Rabinowitz, Paula. “Afterword: Melodrama, Noir’s Kid Sister, or Crying in Trump’s America.” Breu y Hatmaker, pp. 261-273.

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